La capital de Portugal es una de esas ciudades mágicas que te atrapa en el embrujo de sus barrios históricos. Situada en la desembocadura del Tajo, Lisboa recibe la influencia del Atlántico. Es una ciudad cargada de historia, con un encanto particular. El alma del fado baña sus callejuelas pintorescas y un ambiente cosmopolita recorre las grandes plazas y avenidas construidas por el marqués de Pombal en La Baixa, tras el terremoto de 1755. Te invitamos a perderte por Lisboa, disfrutar de su gastronomía y de sus gentes, aunque te daremos algunas claves sobre los lugares que no debes dejar de visitar.
La Torre de Belém. Situada en el estuario del río Tajo, sirvió originalmente como torre defensiva para proteger Lisboa. Posteriormente fue faro y centro aduanero. En la actualidad, es uno de los reclamos turísticos de la ciudad y uno de sus monumentos más reconocidos.
El monasterio de los Jerónimos. Situado en las proximidades de la Torre de Belém, el monasterio de los Jerónimos es otro de los lugares emblemáticos de Lisboa. El edificio, de estilo manuelino (combinación de motivos renacentistas y el gótico tardío), fue levantado para conmemorar el regreso de la India de Vasco de Gama. La tumba del descubridor portugués también se encuentra dentro del monasterio.
El Monumento a los Descubridores. Este monumento de 52 metros de altura está situado a orillas del Tajo, cerca del monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém. Fue construido en el año 1960, para conmemorar el quinto centenario del fallecimiento de Enrique el Navegante, descubridor de las islas Azores, Madeira y Cabo Verde. En él, se rinde homenaje a marineros, patrones reales y todas las personas que participaron en la Era de los Descubrimientos.
Los tres barrios históricos: Alfama, El Chiado y el Barrio Alto. Son lugares ideales para pasear por sus callejuelas estrechas y pintorescas, donde aún perdura la esencia lisboeta más pura. La Alfama es el único barrio que sobrevivió al terremoto de 1755 y ofrece unas vistas espectaculares. El Chiado es un barrio lleno de vida nocturna y ambiente juvenil, en el que también podemos disfrutar de un bello fado en cualquiera de los muchos locales que en él encontraremos. El Barrio Alto es cosmopolita y lleno de vida, con multitud de tiendas y restaurantes.
Tres plazas fundamentales: Rossio, Marques de Pombal y Comercio. La Plaza del Rossio es la más animada de Lisboa y se encuentra rodeada de bares y restaurantes. La Plaza del Marqués de Pombal, comienzo de la nueva Lisboa, está situada junto al parque Eduardo VII en el extremo de la Avenida da Liberdade. La Plaza del Comercio, o Terrerio do Paço, se construyó sobre las ruinas del Palacio Real, que fue destruido por el terremoto de 1755 y es la plaza más importante de la ciudad.
El Castillo de San Jorge. Se sitúa sobre la colina más alta de Lisboa, desde la que contempla majestuoso la ciudad. Las vistas desde el castillo son las más bellas de la capital y del estuario del Tajo.
El Puente 25 de abril. Recibe al viajero al llegar a la ciudad y lo despide al dejarla. Con sus cerca de 2.300 metros de longitud, es el puente colgante más largo de Europa. Debe su nombre a la Revolución del 25 de abril de 1974, que restauró la democracia en Portugal. Desde las orillas del Tajo, podemos disfrutar de la impresionante visión del Puente 25 de abril que se alza sobre el estuario, en el área metropolitana de Lisboa. Una de las fotografías que no puede faltar en tu viaje.
Un último consejo: no te vayas de la ciudad sin probar alguna de las muchas recetas de bacalhau que encontrarás en los restaurantes y bares de Lisboa, sus pastéis de Belém (pastelitos de nata) y una buena copa de vinho verde (originario del noroeste de Portugal).
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