Marsella es una las ciudades más importantes de la Costa Azul francesa. Porque la capital de Provenza no es solo la cuna del famosísimo jabón de Marsella y de la Marsellesa. Es uno de los puertos más importantes del Mediterráneo y la segunda ciudad más poblada del país, además de la más antigua. ¿Te animas a recorrer con nosotros los lugares imprescindibles de tu visita a Marsella?
Basílica de Notre-Dame de la Garde. Coronada por una estatua dorada de la Virgen María, la imagen de esta basílica neobizantina es una de las estampas más reconocibles de la ciudad de Marsella. Su construcción data de 1864 y consta de dos partes. Excavada en la roca, se encuentra la cripta o iglesia baja, de estilo románico. La parte superior es la grandiosa iglesia, que combina los estilos románico y bizantino. Cuenta con varios mosaicos y con un campanario, sobre el que descansa la imagen dorada de la Virgen con el Niño. La devoción de los habitantes de Marsella por esta Virgen está muy arraigada y es considerada, desde la Edad Media, como la guardiana de marineros y pescadores. Fruto de esta devoción son los exvotos de barcos que cuelgan en el interior de la basílica.
Catedral de Santa María La Mayor. Al igual que Notre-Dame de la Garde, la catedral de Marsella está construida en estilo románico-bizantino. Se erigió en el siglo XIX sobre una gran explanada, entre el puerto comercial y el Puerto Viejo.
Palais Longchamp. Este impresionante conjunto monumental alberga el Museo de Bellas Artes y el Museo de Historia Natural de la ciudad. El origen de su construcción, a mediados del siglo XIX, se encuentra en las obras del canal de la Durance, con el que se pretendía solventar el serio problema de abastecimiento de agua potable que sufría la ciudad. El palacio, de aire barroco, es una oda al agua y la riqueza que traería al corazón de Marsella. Se encuentra rodeado por un precioso parque, que es considerado como uno de los jardines más notables de Francia. El Chateau d’Eau es otra de las partes representativas de este conjunto. Se trata de una fuente monumental, que se alza en el centro de la columnata semicircular que une las dos alas del palacio, y vierte sus aguas sobre dos estanques. Todo el grupo escultórico es un símbolo de la fertilidad y la abundancia. Cuando se construyó el palacio también se instaló un pequeño parque zoológico y un jardín botánico, que se mantuvieron hasta 1987. En el parque cercano aún se conserva el antiguo observatorio de Marsella.
Puerto Viejo de Marsella. Uno de los
lugares mástransitados y turísticos de la ciudad es el llamado Puerto Viejo. La entrada del puerto, que fue ampliado durante el reinado de Luis XIV, se encuentra protegida por dos imponentes fuertes: el Fuerte de San Nicolás y Fort Saint-Jean.
Fort Saint-Jean. Esta enorme fortificación, construida en 1660, marca la entrada al Puerto Viejo. Desde 2013 está unida por dos puentes el barrio de Le Panier y al Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo.
Abadía de San Víctor. Fundada en el siglo V, cerca de la tumba del mártir que le da nombre, es uno de los lugares más importantes de la cristiandad en el sur de Francia. Desde 1968, alberga en sus criptas una rica colección de sarcófagos antiguos que se encontraban en la iglesia.
Castillo de If. En la pequeña isla de If, frente a la costa de Marsella, se encuentra este castillo fortificado del siglo XVI, que posteriormente fue una destacada prisión. Además de su importancia histórica y de las leyendas que circulan sobre los personajes ilustres que pudieron encerrar sus muros, inspiró la novela “El Conde de Montecristo”, de Alejandro Dumas.
No te vayas de la ciudad sin probar algunas de las delicias del lugar: una ratatouille (un exquisito guiso de hortalizas típico de la Provenza), una bullabesa (sopa de pescado originaria de Marsella) y una copita de pastis.
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