Roma, la capital de Italia, es además la ciudad más poblada del país y la cuarta con mayor población de la Unión Europea. Es una urbe cosmopolita, aunque cargada de historia y rebosante de arte. También conocida como la Ciudad Eterna, la historia de Roma se alarga más de tres milenios en el tiempo. En su época de mayor esplendor, su Imperio se extendió por toda la cuenca del Mediterráneo y gran parte de Europa. El Imperio Romano es la cuna de la civilización occidental y su origen se encuentra en el corazón de la región del Lacio. ¿Nos acompañas a conocer los rincones más emblemáticos de Roma?
El Coliseo. El Anfiteatro Flavio, construido en el siglo I d.C., es uno de los monumentos más destacados de la Roma Imperial. Recibió el apodo de Coliseo por el Coloso de Nerón, una estatua de grandes dimensiones que se situaba junto a él, y que marcaba la entrada a la Domus Aurea, sobre la que se situó este grandioso edificio público. Con un aforo de 50.000 personas, el mayor anfiteatro del Imperio Romano se empezó a construir bajo el mandato del emperador Vespasiano y fue terminado por Tito. Dentro del Coliseo, se llevaron a cabo luchas con animales, peleas de gladiadores, e incluso batallas navales, ya que la arena era inundable gracias a su ingenioso diseño, que también incluía distintas trampillas.
A escasos metros del Coliseo se sitúa el Arco de Constantino. Este impresionante arco del triunfo, situado en las proximidades de la colina del Palatino, conmemora la victoria de Constantino en la batalla del Puente Milvio del año 312. El arco fue inaugurado tres años después.
El Foro Romano. Desde el Arco de Constantino, junto al Coliseo, nos encontramos frente al Palatino y el Foro Romano al que puede accederse por la Vía Sacra. El foro, era el centro de la ciudad clásica, donde se desarrollaba la mayor actividad religiosa, económica, social y política. Las ruinas y restos que se conservan de él son una muestra notable de la ordenación urbanística de la Roma clásica. En la actualidad pueden contemplarse restos de edificios destacados, como varios templos y basílicas, el Tabulario, la Curia Julia (sede del Senado), así como los arcos de Tito y Septimio Severo.
Fontana di Trevi. Esta gran fuente monumental de época Barroca es, junto al Coliseo, uno de los símbolos más destacados de Roma. La fuente, situada en una pequeña plaza, era el punto final del Aqua Virgo, uno de los acueductos que suministraban agua a la ciudad. A pesar de que el proyecto original de la actual fuente era de Gian Lorenzo Bernini, finalmente fue Nicola Salvi quien construyó la Fontana. Sobre el fondo monumental de la fachada, con columnas corintias, se erige en el nicho central la impresionante escultura de Neptuno, que preside todo el grupo escultórico. Frente a la Fontana di Trevi encontrarás siempre un gran número de turistas fotografiándose mientras arrojan monedas al agua. Y es que dice la tradición que si lanzas una moneda, eso sí, con la mano derecha sobre tu hombro izquierdo y de espaldas a la fuente, regresarás a la ciudad.
Plaza Navona. Probablemente, la Plaza Navona es la más bonita de la ciudad y, sin lugar a dudas, una de las más conocidas. Además de ser un gran punto de encuentro de la vida social y cultural de Roma, esta plaza es un referente del arte Barroco. La forma de la Plaza Navona viene determinada por la que tenía el estado de Domiciano o Circus Agonalis, sobre cuyas ruinas se edificó. Los elementos más destacables de este lugar son, sin lugar a dudas, las tres fuentes monumentales. La central, la Fuente de los Cuatro Ríos, que fue un encargo del papa Inocencio X a Gian Lorenzo Bernini. En ella se representan los cuatro grandes ríos del mundo de los distintos continentes: Nilo, Ganges, Danubio y Río de la Plata. Está coronada por el obelisco que el emperador romano Domiciano ordenó construir en Egipto. Las otras dos fuentes que se erigen a ambos lados de la plaza son la Fuente de Neptuno y la Fuente del Moro. Entre los edificios principales de la Plaza Navona es destacable la iglesia de Sant’Agnese in Agone o Santa Inés en Agonía, cuya obra fue finalizada por Francesco Borromini.
Panteón de Agripa. El Panteón de Agripa es uno de los lugares más mágicos de la ciudad. Si el exterior del edificio es de una gran belleza, su interior es sorprendente e impresionante. A pesar de su nombre, el conocido Panteón de Agripa fue construido por el emperador Adriano, aunque ciertamente se erigió sobre las ruinas de un templo realizado en época de Agripa y dedicado a todos los dioses. Posteriormente se convertiría en una iglesia católica. Sin duda, una de las características más particulares del edificio es su planta circular, cuyo diámetro es igual a la altura de la cúpula que lo corona. En el centro de la misma se abre un óculo de casi nueve metros, que permite que la luz entre en el Panteón e ilumine el espacio con un halo casi místico. En este lugar se encuentran las tumbas de personajes y nobles destacados de Roma, entre ellos, el pintor renacentista Rafael.
Castillo de Sant’Angelo. Al otro lado del Puente de Sant’Angelo, que cruza el río Tíber, se erige esta fortaleza. Su construcción comenzó en el año 135 con el objetivo de ser el mausoleo del emperador Adriano, aunque muy pronto se convirtió en una fortaleza militar. Recibe este nombre porque, a finales del siglo VI, durante una epidemia de peste, el papa Gregorio I vio aparecerse sobre el castillo al arcángel San Miguel, como señal del fin de la epidemia. Por este motivo, la estatua del arcángel corona el edificio. Desde 1277, el castillo está conectado con la Ciudad del Vaticano por medio de un corredor fortificado.
La Ciudad del Vaticano. Otra de las peculiaridades de Roma es que en pleno centro de la ciudad nos encontramos con uno de los seis microestados de Europa, el Vaticano, que el a su vez el corazón de la Iglesia Católica, que alberga la Santa Sede. La monumentalidad del conjunto del Vaticano es, sin duda, una de sus principales señas de identidad. La gran plaza de San Pedro recibe y acoge al visitante entre los “brazos” de su enorme columnata, rematada por una balaustrada con estatuas de 140 santos. Al fondo de la plaza se levanta la Basílica de San Pedro, un templo de dimensiones asombrosas, que según la tradición católica alberga la tumba del Apóstol. En ella trabajaron algunos de los arquitectos más conocidos de la historia, como Bramante, Miguel Ángel o Bernini.
No pueden faltar nuestras recomendaciones gastronómicas. Comenzando por la pasta, algunos platos típicos de la zona son los bucatini all’amatriciana, spaghetti alla carbonara o penne all’arrabbiata. También debes probar la porchetta di Ariccia, cochinillo relleno de hierbas; la saltimbocca alla romana, rollitos de carne de ternera, prosciutto y salvia; o el fritto alla romana, fritura mixta de entrañas, alcachofas y calabacín.
Y por si prefieres verla, aquí te comparto la Guía de Viaje de Roma de mi canal de YouTube FannyCS
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